martes, 16 de abril de 2013

EL ZORRO SEGUN LA VISION DE DANIEL OMAR PEREZ ( DOP)

EL BLOG VUELVE A LA PALESTRA Y NO LO PUEDE HACER DE MEJOR MANERA QUE CON UN DIBUJO EXCLUSIVO DE EL ZORRO SEGUN LA VISION DE DANIEL OMAR PEREZ EXCELENTE DIBUJANTE FREELANCE DE COMICS , HUMORISMO, DE STORYBOARDS Y DESARROLLADOR CREATIVO . APARTE DE SER UN EXCELENTE TIPO !!!! GRACIAS DANY !!!

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lunes, 14 de enero de 2013

El Zorro y los viajes espaciales

El Zorro es, sin duda alguna, uno de los personajes ficticios más importantes del Siglo XX. Zorro fue creado originalmente por Johnston McCulley para una serie de novelettes cuya primera entrega fue titulada THE CURSE OF CAPISTRANO (La Maldición de Capistrano-1918). Las 64 historias posteriores (entre novelas y cuentos) implicaron horas de esparcimiento a unos 500 millones de lectores, de todo el mundo, y de 26 lenguas diferentes. La importancia del Zorro se prolongó a través del cine y la televisión, de manera tal, que hubo quienes elaboraron toda una genealogía acerca de sus distintos ancestros y descendientes , la que abarca desde la llegada de Don Alejandro de la Vega a California, en 1781 hasta la aparición del último descendiente del Zorro, entrado el siglo XX. Douglas Fairbanks, Tyrone Power, Alain Delon... y una larga lista de primeros actores, galanes y actores de toda índole, han interpretado al Zorro en distintos medios (películas, seriales, televisión, etc.).
Dedicaremos esta nota al Zorro televisivo. Al, para muchos, único, auténtico y legítimo "Zorro". Aquel encarnado por Guy Williams, actor que para varias generaciones de niños, desde fines de los '50 a la fecha, ha quedado íntimamente ligado al personaje. Pero no vamos a hablar de la historia del programa, ni de como Johnston McCulley contrató en 1950 a un agente de Hollywood llamado Mitchell Gertz para que negociara los derechos de sus obras de cara a películas y series televisivas. Tampoco hablaremos de la entrada de Disney en el proyecto de desarrollar una serie del espadachín de las zetas en 1952 ni de como recién ese proyecto se materializó en 1957. No hablaremos tampoco de las búsquedas llevadas a cabo para encontrar al actor que encarnase a la perfección al paladín encapotado, ni de como un actor relativamente desconocido llamado Guy Williams logró conseguir el rol.
Britt LomondNuestra nota se centrará en un tema tal vez absurdo o inútil, pero de interés para aquellos aficionados a la serie que también sientan atracción hacia el género de ciencia ficción, particularmente el tópico de los viajes espaciales. Comencemos hablando del Capitán Monastario (que en los doblajes se corrigió como "Monasterio" -es increíble constatar la gran cantidad de errores ortográficos en que caen los norteamericanos cuando se trata del idioma español). Encarnado por Britt Lomond, Monastario (o Monasterio, como usted prefiera), es el despiadado capitán que comanda la guarnición militar española de Los Angeles, pueblo natal de Don Diego de la Vega. Monastario apareció en los primeros 13 episodios de la serie, en los que Don Diego, recién llegado de España, inventó el personaje del Zorro para luchar contra sus malévolos planes. Lomond estuvo implicado con naves espaciales en un episodio de la serie MEN INTO SPACE (1959-1960) -difundida en Argentina como Hombres en el Espacio por el flamante Canal 13 en su primer mes de vida, en octubre de 1960-. Lomond apareció en sexto episodio de la serie, titulado MOON QUAKE (emitido originalmente en noviembre de 1959), que casualmente es uno de los que ha sobrevivido hasta nuestros días.
Sebastian Cabot
En el noveno episodio de la serie, A FAIR TRIAL (El Juez Vargas-1959), aparece un colorido personaje: el juez Vasca (Sebastian Cabot), un emisario del gobernador que es enviado para juzgar a Don Alejandro y a Don Nacho, ambos encarcelados por Monastario, quien envía al simpático Sargento García a San Fernando, para retrasar la llegada del juez. García no tiene otro modo de distraer a Vasca que invitándolo a una posada a comer y beber hasta no dar más. Cabot estaría implicado en un viaje, no tanto espacial sino temporal. Nos referimos a THE TIME MACHINE (La Máquina del Tiempo-1960), una fantasía victoriana llevada a la pantalla por George Pal. En esa oportunidad, Cabot encarnó al Dr. Hillyer, uno de los amigos del protagonista - y único viajero de la película- (Rod Taylor).
William SchallertPero no sigamos avanzando. La posada en la que García y Vasca se dan la gran comilona es atendida por William Schallert, un actor de reparto omnipresente en películas y episodios de series entre fines de los '40 hasta los '90. Y el motivo para citarlo es que se vio muy relacionado con un viaje espacial, pero, al igual que Cabot, no con uno propio, sino con el de un tercero, en este caso, un extraterrestre. Nos referimos a THE MAN FROM PLANET X (El Hombre del Planeta X-1951), esa interesante película del director de culto Edgar G. Ulmer. En tal ocasión, Schallert encarnó a un científico con oscuros planes para con el ser alienígena proveniente de algún confín espacial.
John DehnerAhora pasamos al décimo tercer episodio de la serie, THE FALL OF MONASTARIO (El Final de Monasterio-1958). En ese episodio Monasterio (o Monastario, si ud. es purista) razona que siempre que aparece El Zorro, desaparece Don Diego y viceversa. Mientras Monastario en su propio despacho manifiesta sus sospechas al propio Don Diego, llegan novedades: el Virrey va a llegar en breve a Los Angeles. Mientras percibimos las preocupaciones de Monastario en demostrarle al Virrey que Don Diego es el temible Zorro, los aficionados al cine y las series de los '50 no podemos dejar de percibir que el Virrey es encarnado por John Dehner. Y automáticamente nos viene a la cabeza un episodio de THE TWILIGHT ZONE (La Dimensión Desconocida), titulado THE LONELY (El Solitario-1959). Jack Warden es un convicto de asesinato condenado a 40 años de reclusión en un remoto asteroide. Cada tanto llega al planetoide una nave tripulada por tres astronautas para traerle aprovisionamientos. El oficial al mando de esta nave no es otro que el citado John Dehner.
Peter Brocco
Adelantémonos al episodio número 18, ZORRO FIGHTS HIS FATHER (1958). Ante las protestas de los campesinos, el nuevo villano de turno, el Magistrado Galindo (Vinton Haworth), anuncia que Los Angeles corre peligro de quedar en la anarquía. Algo debe hacerse. Don Alejandro se reúne con el Señor Barca, y ambos convocan a los caballeros de la ciudad, para crear el "Comité de Vigilancia", cuyo primer acto es arrestar a Paco (Noel De Souza), líder de los campesinos. Veamos al Sr. Barca. Ese hombre de mediana edad, calvo y de aspecto esquelético nos resulta familiar. El actor que lo encarna es Peter Brocco... sí, el mismo que hizo de viajero espacial en otro episodio de La Dimensión Desconocida. Se trata de HOCUS POCUS AND FRISBY (Abracadabra Frisby-1963). En esa oportunidad un grupo de tres extraterrestres con aspecto de "hombres de negro", al mando de Milton Selzer, llegan a una localidad rural norteamericana e intentan secuestrar a un pueblerino (Andy Devine) que resulta ser el mentiroso más grande de todo el condado. Uno de los visitantes era el nombrado Peter Brocco.
Peter AdamsContinuamos con el Zorro. En el episodio THE NEW COMMANDANTE (El Nuevo Comandante-1958) hace su aparición el Capitán Arturo Toledano, quien llega a Los Angeles junto con su esposa Raquel. El Magistrado le precave acerca de la poca docilidad de los prisioneros. Al hacerse cargo de sus funciones, Toledano trata a todos con saña, lo que motiva que el Magistrado se lo quiera quitar de encima. Si observamos bien a Toledano tal vez le reconozcamos de un rol de militar en PROJECT MOON BASE (1953), una olvidada película de ciencia ficción ambientada en el futurista año de 1970, que planteaba la construcción por parte de los Estados Unidos de bases en la Luna, y el posterior envío de una misión compuesta por una coronel y dos oficiales que tiene por objeto supervisar las tareas.
Jack Kruschen
Sigamos avanzando en la serie. En el episodio THE MAN WITH THE WHIP (1958), llega a Los Angeles Carlos Murieta (denominado en el reparto "Murietta"), que se reune con el curtidor, José Mordante, a quien le revela que trae gemas que ha robado en Sudamerica, una de las cuales es la famosa "Cruz de los Andes". En el papel de Mordante lo tenemos a Jack Kruschen, actor que más tarde viajaría al planeta Marte en THE ANGRY RED PLANET (El Aterrador Planeta Rojo-1960), una película que hay que ver para creer.
Michael ForestAhora pasamos al tercer episodio de la segunda temporada del Zorro. Su título es HORSE OF ANOTHER COLOR (1958) y la explicación es que Guy Williams no galopa en su tradicional "Tornado" sino que monta un corcel blanco, llamado "Fantasma". El episodio se inicia cuando el Teniente Santos, rumbo a Monterrey, es emboscado y dejado medio muerto por bandidos, uno de los cuales toma su uniforme e identificación. Es Michael Forest, quien fuera un viajero extraterrestre en BLACK LEATHER JACKETS (Los Invasores-1964) uno de los episodios de la última temporada de la Dimensión Desconocida.
Perry Lopez
Un hecho aparentemente sin importancia es eje del episodio THE NEW ORDER (1958): el Sargento García manda a Teresa que quite su puesto de venta de tamales de la plaza, diciendo que tiene órdenes del gobernador, el Sr. Rico. Pero Teresa se niega y ataca a los soldados, motivo por el cual es arrestada. Joaquín, el novio de Teresa, intenta luchar, pero es capturado por los soldados del Capitán Briones. Como Joaquín lo tenemos a un joven latino llamado Perry Lopez... el mismo que encarnará al Teniente Esteban Rodríguez en el episodio de STAR TREK (Viaje a las Estrellas) titulado SHORE LEAVE (El Permiso-1966).
Richard Anderson
Otra cara conocida aparece en el episodio THE PRACTICAL JOKER (1958). Se trata de Ricardo Del Amo, un viejo amigo de Diego De la Vega que arriba a Monterrey con la intención de brindar una serenata a una bella señorita que resulta ser Ana María Verdugo (Jolene Brand). Como Ricardo Del Amo tenemos a... Richard Anderson quien, mucho antes de ser el jefe del Coronel Steve Austin (Lee Majors) en la serie SIX MILLION DOLLAR MAN (El Hombre Nuclear), fue un astronauta en la célebre FORBIDDEN PLANET (El Planeta Desconocido-1956).
Richard DevonAhora nos salteamos varios episodios, y llegamos a SPARK OF REVENGE (1959). Los Angeles sufre una terrible sequía de la que solo se salva la propiedad de Don Hilario (Neil Hamilton). Un campesino (Robert Vaughn) intenta robarle agua para que sus naranjos no mueran. Don Hilario envía a los bravucones hermanos Alviso para que den una paliza al pobre campesino. Uno de los hampones, el de cara grande, es Richard Devon, a quien tenemos visto como un peligroso extraterrestre de planes non sanctos en WAR OF THE SATELLITES (La Guerra de los Satélites-1958).
Jonathan Harris
Por último, en ZORRO AND THE MOUNTAIN MAN (1959) llega al pueblo un montañés (Jeff York) cuyos rudos modales le provocan enseguida una gresca con el hacendado Don Carlos Fernández, quien es golpeado por el bruto. En el papel de Don Carlos tenemos al gran Jonathan Harris, de quien diremos que, muchos años después, se convirtió en el instructor más querido por los chicos de la serie SPACE ACADEMY (1977). Ah... aquí tenemos un pequeño e interesante detalle... y sepan que dejamos para el final otro rol importante de Jonathan Harris, como fue el del Dr. Zachary Smith, un personaje de la serie LOST IN SPACE (Perdidos en el Espacio-1965-1968). Smith era agente de una potencia enemiga, que logró escabullirse en la nave Jupiter II, tripulada por la familia Robinson, quienes fueran lanzados en 1997 rumbo a un planeta ubicado en Alfa Centauro con propósitos de exploración y colonización. Pero Smith sabotea la nave y el grupo cae en un planeta extraño, quedando varados en ese lugar y viviendo las más cómicas aventuras. ¿Y a quién tenemos como jefe de la familia Robinson? Ni más ni menos que al propio Guy Williams, varios años después de haber sido el Zorro.
Jonathan Harris y Guy Williams

miércoles, 24 de octubre de 2012

el zorro es un titan !!!!!




 Quien mejor que la hija de un paladin de la justicia para hablar de otro ?  Paulina Karadagian la hija del eterno campeon del mundo  Martin Karadagian ,nos brinda su vision personal sobre el Zorro y uno al leerla,  solo puede dejar volar su imaginacion y pensar que en donde esten juntos estan velando por la verdad y la justicia al son de espadazos y cortitos !!!!



  Solía ver El Zorro cada vez que podía.  Muchas veces me acompañaba papá,  a quien cansaba pidiéndole un personaje como él para Titanes en el Ring, y siempre me respondía lo mismo: ‘’Para la espadita tenés a D’artagnan,  el mosquetero’’. Entre nosotros, creo que era un tema de celos, pero ¡SHHH! No se lo cuenten a nadie.  Me sabía la canción de memoria, y me encantaba Bernardo. Muy en el fondo mío, en la ilusión de mi niñez, pensaba que era La Momia sin disfraz, por el tema de ser sordomudo, aunque fingiera.

   Soñaba con poder tener un caballo negro, como Tornado, aunque me hubiera conformado con Fantasma, siendo todo blanco. A cambio, tuve un caniche blanco, al que casi aplasto mientras me trataba de subir a caballo cantando ‘’la del Zorro’’.

   De más grande, me empecé a centrar en los detalles, más que en la historia o los personajes. Si bien se notaban los dobles y algunas escenas se repetían en cabalgatas o caminatas, el detalle de los decorados me partieron la cabeza. En series que vinieron después, como el caso de Bonanza, no se pudo ver una escenografía tan puntillosa como en nuestra querida serie.

    Guy terminó siendo vecino nuestro, vivía a la vuelta de casa., sin embargo yo nunca pude cruzármelo, aunque sí pudo  hacerlo papá, compartiendo algún café en La Biela, la tradicional confitería de Recoleta. Su muerte fue una sorpresa para todo el barrio, y el comentario era: ¿Cómo que se murió El Zorro? ¿Cómo que vivía acá? Fue un tipo muy de bajo perfil, sus salidas se limitaban sólo a unas pocas cuadras dentro del barrio, por lo que tengo entendido. Recuerdo que el día que se enteraron de su muerte, el barrio se convulsionó y lo lloró. Lloró a la leyenda, lloró a nuestro paladín enmascarado, aquél que con sólo una máscara, nos engañaba a todos los presentes, haciéndonos creer que se corporizaba él, el único, el mejor, EL ZORRO…



‘’Si no puedes vestir la piel de león, entonces viste la del zorro. De acuerdo, de ahora en más seré ¡El Zorro!’’

el Blog de el Zorro de Disney quiere agradecer a Paulina Karadagian , su colaboracion para con el blog y le desea lo mejor en este nuevo emprendimiento de Titanes en el Ring !!! algo que damos por descontado , ya que si esta Paulina Karadagian es TITANES EN EL RING !!!!

sábado, 20 de octubre de 2012

EL DIA QUE EL POETA SOÑO AL ZORRO ......

EL BLOG DEL ZORRO SIGUE DANDOSE ESOS GUSTOS QUE NO HACEN MAS QUE ENGALANAR SUS PAGINAS  !!! DANIEL RONCOLI , ACTOR , AUTOR, AMIGO .


. TUVO LA DEFERENCIA DE PRESTARME UNO DE SUS ESCRITOS , DONDE CONFLUYEN REALIDAD Y FICCION QUE COMO BUENAS AMANTES LOGRAN ENGENDRAR EN ESA PASION , LA PALABRA MAGICA ......HISTORIA .......


CUANDO SALE LA LUNA

Las lágrimas se confundían con la lluvia, pero el chaparrón no podía disimular su decepción. La noche se avecinaba y los autos, desde sus focos empapados por el repiqueteo incesante de gotas espesas, recortaban la figura impávida y trémula de aquel chico que, desde el cordón de la vereda, palpitaba sin reacción como su pelota número cinco gambeteaba tan sólo con fortuna el tropel de bólidos a los que el verde del semáforo de Libertador y Pueyrredón, les había dado vía libre.
Empapados debajo un improvisado techo mitad clasificados, mitad sección carreras, Angel Clemente, el promisorio cronista, y su fiel escudero Cleveland Wilson Anchetta, el fogonazo oriental, disertaban sobre el destino errante de aquel remate que, pese a haber sido ejecutado con cierta ortodoxia, se había perdido allende el veredón. Codeándose como relator y comentarista faltos de training, ninguno de los dos tomó la decisión de devolverle la alegría a aquel prometedor centrodelantero. No habían mostrado pericia suficiente para el fútbol cuando cruzaron el Río de la Plata dispuestos a consagrarse en la Argentina. Lo primero que intentaron fue desempeñarse como futbolistas. Consiguieron una prueba en Racing y no sólo quedaron estigmatizados como grandes pata duras pese a su insistencia de que eran la reencarnación evolucionada de Spencer y Joya sino que desprestigiaron la vindicada garra charrúa al pronunciarse en el campo de entrenamiento con menos temple que un renglón. Luego se probaron en la EMI Odeón que auscultaba nuevos talentos decididos a debutar en la industria del disco con su dúo Alcornoque, una suerte de Sui Géneris con letras de mayor contenido sexual pero su inédito Y rasguña las tetas más que ser una carta de presentación fue un remito de deportación. Testarudos, antes de retornar con las alforjas escuálidas y las ilusiones mustias, recordaron sus primeros escarceos profesionales en la época del Liceo, arrebatos periodísticos en el semanario Dichos de Tacuarembó, y comenzaron a patear las calles de Buenos Aires tratando de enrolarse en alguna empresa periodística como binomio redactor-fotógrafo porque creían que el ejercicio del periodismo era un arte menor que no precisaba de talentos especiales. El aguacero los había sorprendido tras rebotar en un par de redacciones por la precariedad de sus currículum y la orfandad de sus logros en la materia. Como todo oropel exhibían un reportaje de tres preguntas y tres respuestas al futbolista Líber Arispe, un ex lateral de Defensor de Montevideo. Un color, una flor, un nombre había indagado Clemente con una curiosidad propia de Mateyko mientras que la fotografía que ilustraba la entrevista tenía la estética de la foto carnet pero mutilada, ya que a Arispe podía observárselo sin un ojo, sin una oreja y con una sonrisa limitada porque la toma atesoraba, en un umbrío plano, medio rostro.
Pero volviendo al pelotazo suicida la falta de arrojo del húmedo dueto fue providencial. Con el jopo arremolinado por la tormenta, y una hilera de pelitos cenicientos pegoteándosele sobre los labios, el señor que esperaba el cambio cromático del semáforo en la otra acera, cruzó entre los coches como un relámpago desatando todas las frenadas. Por un momento se detuvo el mundo. La luna se asomó en un guiño y con la pelota entre las manos, sonriente e hidalgo, el longuilíneo salvador camino sin prisa hacia el parque. El picado se había reiniciado con un estridente y urgido "elquehacelultimogolgana" mientras Angelito y Cleveland se desinflaban sin decir palabra parados frente a aquel héroe que ellos creían accidental. Mitad en italiano, mitad en castellano, un desaforado cococliche, el arriesgado transeunte de casi dos metros de alto les tiró un ancla..."Si, sono io... Soy Il Zorro... Basta de pavura, mochachios".
Clemente, palpándose el pecho en la búsqueda de una credencial de Dichos de Tacuarembó que jamás encontró, recuperó lentamente el habla.
-Vos, digo, usted, ¿es Diego de la Vega?
-Llamame, Guy, Guy Williams... ¿Capito?
-¿Y el bigotito?
-¡Shhhhh! Me lo ha arrancato el Capitán Monasterio, jejeje. No levante la voz, il Zorro es nostro secreto. Para tutta la oltra gente il Zorro está morto. Thank you, please -intentó apartarse Williams pasándose el índice de su mano derecha por debajo de su naríz para despejar el agua que sumergía hasta hacer imperceptible esa formación de cortos cabellos entrecanos que portaba por bigote. No fue mala la obvservación de Angel Clemente, el bigote anchoita por razones obvias hubiese soportado mejor ese desborde acuático.
A esta altura de la noche Anchetta ya se hubiera consagrado en un casting en una remake de la serie de la Disney para asumir el rol de Bernardo, el sirviente que acaso enmudeció para no revelar jamás el secreto del fino señorito de Monterrey. Entonces Clemente, tras desprenderse del inservible periódico que los cobijó, empapado también por la emoción, se coló en el silencio abrupto con un pensamiento dictado por su novato espíritu de supervivencia. Se aferró a la idea de que con una entrevista a Guy Williams bajo el brazo las puertas de la gloria se le abrirían y que sería más fácil pasar al día siguiente por la redacción que les quedaba visitar. En la editorial Copérnico, creadora de las revistas Golazo, Muñecas, Chupetín, Acontecer y Cholulandia, entre otras, ese material exclusivo podía cotizarse en oro. Tomó la espada de su curiosidad y trató de que ese sueño perdurara aunque más no sea un café pero como la esgrima le sentaba mejor a Williams, El Zorro les ganó de mano y como en la canción cuando efectivamente la luna ya había salido, con agilidad de héroe de historietas y con los reflejos con que llenaba de zetas el abdomen del Sargento García, se expresó con misericordia.
-Si seguimos aquí nos vamos a ahogare. Guarda como pio...digo llueve. Me acompañan con un café, un capucchino -y señaló la ruta obligándolos a apurar el paso pegados a la pared doblando hacia Azcuénaga.
Como en el verso de Borges la precipitación había sido venturosa. Los chorros recurrentes habían baldeado la suerte esquiva y la fabulación los sacudió liberándolos del agua que podía inundarles el organismo poniéndolos cara a cara, sin arbitrios, con uno de sus ídolos de infancia. Postergó Clemente la revelación del plan que no necesitó evidenciar para concretar esa charla y Fogonazo pasó por el baño para comprobar que su pequeña cámara fotográfica, escondida de apuro bajo sus ropas, no había sucumbido ante el temporal. La seco pieza a pieza, por las dudas, con una toalla de papel.
El vapor de tres tazas humeantes trajo desde algún arcón remoto una voz que los transportó a otro tiempo. Armandito Catalano andaba por los seis años cuando empuñó por primera vez un florete. El relato precario en imágenes pero repleto de épica sobre su padre fue un impulso irrefrenable. Clemente tomaba nota en sus percepciones mientras Guy le abría las puertas a su progenitor. El legendario soldado del ejército italiano, herido en su orgullo, viajó hasta Austria para batirse a duelo con un oficial de las falanges austríacas radicado en Viena apenas concluída la Primera Guerra. Con los años, la evocación de aquella contienda cuerpo a cuerpo se convirtíó en un ejercicio de embellecimiento donde el novel espadachín se apiadaba de su mentor ciertamente más ocurrente y cada vez menos memorioso.
El niño que solía dormirse acunando la espada, sólo la dejaba fuera de su égida los sábados por la mañana. Desde que descubrió el cine en el barrio de Manhattan inauguró una liturgia con sus amigos: perderse en la oscuridad de la sala a las nueve en punto para regresar siete películas después, feliz y exhausto, al seno de un hogar que mantenía las añejas costumbres meridionales.
Aquella temprana adicción ocultaba una vocación que le descubriría el hambre. Una tarde, limpiando vidrios por una propina de un puñadito de dólares, fue alertado de su latente condición de galán por su contratante, quien al pasar, mientras lo miraba reflejado en los cristales, le regaló un bocadillo que lo empujaría a una escuela de teatro: “Tenés un aspecto ideal para triunfar en el cine”.
Apasionados con el relato, Clemente y su socio de desventuras, lo acompañaron a aquella academia. Unas pocas clases le bastaron a Armando Catalano para armarse de coraje -la espada ya era parte de su anatomía- y viajar como polizón en un omnibús hacia California. Ya en las colinas de Hollywood tras lidiar con las carencias de un amanecer de celebridad Catalano fue tomado como rehén por ese Guy Williams atlético y esperanzado que se apoderaría para siempre de su identidad sin borrar con la punta de su compañera de aventuras los vestigios de su origen y las particularidades salientes de su colectividad.
Una tarde, el rebautizado aspirante a estrella, le golpeó la puerta a Walt Disney enterado de que se iba a filmar la serie El Zorro y ya nada ni nadie lo divorciarían de su sombrero, su capa alada, su antifaz, su bigote, el bigote que le reclamaba Angel Clemente, su renegrida presencia ni su victoriosa sonrisa de Robin Hood con el deber cumplido. Nada ni nadie. Ni el tiempo ni el olvido, pensó en escribir el desbordado cronista a quien la estampa clásica del personaje de historietas se le presentó sin esfuerzos entre la amabilidad del nuevo amigo y su evidente necesidad de compartir un momento con algunos interlocutores respetuosos de su historia, capaces de hacerle compañía mientras las condiciones climáticas se tornaban más apacibles.
Trastabillando con la pata de la mesa, el obelisco de un metro noventa que conservaba en perfecto estado la leyenda, se puso de pie. Angel Clemente se le colgó del antebrazo convirtiéndose imprevistamente en cartera. La reacción de Guy Williams que dio por concluída la charla fue robustecida por otro gesto. Con el brazo libre deslizó un billete sobre la mesa que alcanzaba perfectamente para oblar los cafés y dejarle el vuelto al mozo. No era una manera ortodoxa ni por cierto válida para detener a El Zorro pero al espontáneo entrevistador no se le ocurrió una mejor. Logró cauterizarlo, sin embargo, con otro ardid sin premeditación pero con cierta alevosía. Frenó la estampida del actor recluído con cierta clandestinidad en la Argentina con un comentario malicioso y certero.
-Qué quiere que le diga, bo. La estrella de la serie para mí era el caballo Tornado.
Como el Albergue Warnes, al que Angel Clemente había conocido esfumarse en flashes noticiosos, Williams se desplomó pesadamente sobre la desvencijada silla de madera. Pálido y presumiblemente humillado en su condición de prócer de las series televisivas, Diego de la Vega elevó su diestra y llamó la atención del mozo que sin que nadie le pidiese nada repitió la rueda como si ya tuviese los tres pocillos preparados. Ese catálogo de Galicia ataviado con saco marron un talle menor de lo que hubiera pretendido su barriga, reemplazó las tazas sucias por los nuevos cafés con una velocidad que le corregía el pulso y enchastró la mesa con una rejilla que debió haber estado enrolada en la Legión Extranjera. Lejos de abochornarse por la precariedad y lo percudido del trapo, el mesero aprovechó la confusión para saciar su curiosidad.
-¿Quién es este tío? Pues io lo tengo visto de algún lao -se manifestó inquisidor sobre los hombros del impávido y pasivo Cleveland Wilson Anchetta.
-Williams -respondió entre dientes el joven cagatintas sacando del apuro a su compinche.
-¿Guilliam? ¡Guilliam! Si le habré comprado trajes a este tío y a Tonso cuando era un chaval pintón recién llegao a la América.
-No señor, no es ese Williams. Este es Guy -amplió Clemente.
-Gay, que un rayo me parta ¡joder! Estas mariquitas son una plaga. A ver si se ozeziona con mi bragueta que esto que sobresale es una hernia -apuntó de modo elemental y salió disparado hacia la barra como si lo corriera una peste.
Al margen del pequeño conato verbal, a Williams le bastó un café, tan sólo un café más, tomado de un sorbo y con el nerviosismo y el apuro de un bombero de guardia, para que el paladín recuperara el habla.
-Mira, amo a Tornado. Su recuerdo es tan forte, io voglio tanto que no tenerlo es como si me faltara una parte del corpo. Il era molto veloce, como un rayo pero no tenía vocación de estrella. Cuando la cámara lo enfocaba, bajaba la testa. Podía hacer algunas proezas como sacarse la manta de montar con sus dientes pero en ocasiones era vergonzoso. En total para darle vita a cuesto maravilloso rocinante utilizábamos cuatro pingos como dicen acuí. Tenía un doble y hubo otros dos Tornados más. No había caso, la cámara en algunas tomas le jugaba una mala pasada. Io también tenía dobles. Due. Dos indios maravillosos, dos atletas colosales. Es otro de los secretos de El Zorro. ¡Shhh! Nunca los olvidé, Kanup y su filio Tab. Io sono incapaz de afrontare el riesgo.
-Vamos, Don Diego, no sea modesto.
-Nosotros lo vimos jugarse el pellejo para salvar el fubol -intercedió el fotógrafo.
-Todavía que nadie me va a creer cuando cuente en mi barrio, allá en Tacuarembó, a los botijas de 25 de mayo y María Olimpia Pintos, que lo encontramos, menos que menos van a creerme si les digo que El Zorro me confesó su falta de valentía -apuró ya entrado en confianza Clemente.
-¡Momento! ¡Momento! ¡Más respeto! Il Zorro fue molto valiente. Io non sono valiente. Sin ir lontano en los últimos años me gané la vida en una factoría de panettoni, pane dolce, pan dulce... Todo Nueva York ha mangiato mio panettone. ¿Quién puede pensar que un héroe se gana la vida en la cuadra de una panadería? Me despedí de mi alter ego, el famoso paladín, el mismo día en que culminó la filmación de la serie. Apenas he vivido un piccolo tempoa la sombra de su gloria, de prestado, y por eso pagare cuesta renta. Io me he disfrazado en un par de espetacolos circenses o en giras de tributo como una convención teatral, un gioco, gratitud.
-No nos mienta, Guy, usted no hubiera necesitado de dobles. Se le notó el coraje reciencito nomás cuando salvó la pelota del gurí, los coches venían a toda marcha -insistió Anchetta volviendo a pronunciarse sobre el mismo tópico.
-¡Excusi signore Cleveland!
-La pelota, la pelota del chiquilín, la que le devolvió hace un rato al niño -tradujo el reportero gráfico por si El Zorro no entendía los modismos uruguayos-. Y le digo más, además de sobrarle coraje, a un hombre como usted, con su porte, con su clase y con su fama, no le habrán faltado aventuras amorosas. Cuente Don Guy, cuente, esta es una charla entre amigos. Somos dos botijas incapaces de develar un secreto. ¿No es cierto, Angelito?
-Claro, ni que fuéramos periodistas-complementó Clemente pegándole por debajo de la mesa un patadón en los tobillos a su compatriota sin saber aún cómo hacer para no traicionar a este entrevistado involuntario que podría abrirle las puertas de los medios argentinos.
-Que estas parolas mueran aquí. Voy a contarles algo que me pasó en un rodaje y que sólo conocen mi almohada y mi conciencia. ¿Okay? Una historia que sucedió AC.
-¿Cómo AC? -preguntaron a dúo los buscavidas-
-Sí, AC, antes de Cristo. Io sono molto vecchio, je,je,je. ¡Mozo! ¡Más café y un brandy!
Tentado por la humorada y con sus ojos transparentes clavados en la pesada puerta vaivén del bar, Guy comenzó a moverse en la silla como si el relato respondiera a una voz ajena. No era extraño, cualquier hijo de vecino sabe que el diablo podría ganarse la vida como ventrílocuo...
-Io poseía destreza, de hecho en algunas escenas de riesgo no recurría a mis dobles. Pero me condicionaban mi peso y mi altura. Más de cien kilos envasados en este metro noventa y uno no son sencillos de manipular. Una tarde en California supe que el dolor y el deseo a veces se dan la mano.
Los tres parroquianos parecían uno. Miraban hacia la puerta como poseídos. Inmóviles ni siquiera permitíann que la respiración alterara tan sugestivo e inolvidable momento. El encargado de servirles aprovechó la levitación general para depositar en la mesa el contenido de la comanda sin correr peligros con el supuesto y temible gigante homosexual. La película inédita de El Zorro transcurría delnate de sus ojos, podían verla.
En la misión de San Luis Rey alguien pide silencio con un megáfono. Los alumnos invitados a participar de la filmación no pueden reprimir el murmullo. Su fe cristiana y su educación religiosa los ha alertado sobre la inminente llegada del redentor. Lo que no entienden es porque no lleva barba ni se viste de blanco como en las ilustraciones bíblicas. A la voz de ¡acción! y pendiendo de una cuerda el enmascarado recorre las cúpulas del templo. Surca el aire en busca de justicia hasta que la cuerda sin que pudiese preveerlo, cede. Se deshilacha poniéndole fin al acrobático desplazamiento aéreo. El hombre del megáfono no llega a pronunciar el ¡cooorten! El funámbulesco con tono de sombra ha dado de espaldas contra una piedra gigantesca, filosa. Aunque lo intenta no puede disimular el dolor. Se retuerce en el piso. Cuatro monjitas corren a su auxilio. Por un momento, El Zorro pierde el conocimiento. Se desvanece. Cuando vuelve en sí se advierte desparramado sobre un camastro. Las piernas le cuelgan. Al levantar su vista, su mirada se confunde con la de una de las cuatro hermanas, quien sentada a un costado del convaleciente, ha asumido la responsabilidad y el orgullo de cuidar al ídolo caído. No dejan de mirarse. No pueden hacerlo. La religiosa debe andar por los veinticinco años pero esa exposición de pecas que son sus cachetes la convierten en un canto a la inocencia: podría asumirse de quince que nadie se lo discutiría. Es rubia y debajo de sus hábitos pueden adivinarse las formas de una mujer de fisonomía armoniosa. Cuando el dolorido galán le extiende su mano derecha sin que medien palabras ella se sonroja. Se alisa la falda, se pone en evidencia, sonríe con nerviosismo y ya no puede ocultar la revolución que se le ha declarado en sus pechos. La llegada del atardecer se lleva los últimos rayos y en la penumbra del cuarto de la religiosa ambos asumen los designios de su sexualidad en estado silvestre. ¿Qué embrujo tendrá el cuerpo de esa mujer perfumada de azhares que al recorrerla con la boca desde el abismo de su cuello hasta la miel de su vagina lo ha apartado de todas sus dolencias?
La mañana lo desperezó de pronto. Encandilado por las primeras luces, tardó un rato en descubrir el uniforme de la monja colgado de la puerta del armario. Se paró como con resortes para leer la esquela que aparecía en el papelito que, prendido por un alfiler, se hacía notar sobre la falda gris. Lo leyó en voz baja y un tenue eco se dispersó por la acústica de ese vestíbulo del templo: “Renuncio a mis obligaciones misioneras y a mi voto de castidad pero le sigo siendo fiel a Dios porque el Señor es amor y yo acabo de descubrirlo. Hasta nunca Guy, por favor, entregale esta carta a la Madre Superiora que ella va a saber entendernos”.
-¿Yyyyy? -preguntaron en un grito al unísono Clemente y Cleveland como si de golpe hubieran encendido las luces del cine momentos antes de llegar al descenlace del filme.
-Y nada, al rato llegó Walt Disney para rescatarme y devolverme a Hollywood. Aproveché la conmoción que produjo su arribo para escaparme sin afrontar el compromiso de anunciarle a la Madre Superiora lo que me encomendó aquella religiosa. Jamás amé a una mujer como esa. Aún recuerdo su aroma, lo siento aquí, en el naso, y sus formas me laten en las manos. Paró de llover por completo, amichis. Acá les dejo este billete. Con esto paguen la cuenta, tengan una atención con el señor que cree que soy una mariquita y esperen a que me vaya para pararse. No quiero que me sigan, ya me han desnudado. ¿Qué van a hacer con esa cámara? ¿Le vamos a pedir al signore del bar que nos tome una foto o quieren que yo les saque una a ustedes dos?
El interminable caballero se puso de pie y comenzó a caminar a tranco vivo ante la falta de respuestas. Clemente, atragantado por sus dudas y haciendo flamear los cien dólares que les dejó el personaje de sus sueños, alcanzó a gritarle.
-Guy, ¿qué hizo con la carta de la monjita?
Pensativo, desde la puerta entreabierta y sin girar la cabeza, El Zorro le contestó con desgano algo que el mozo, ubicado en la punta de la barra, les ayudó a reconstruir.
-La hice un bollito y la tiré en una alcantarilla tan pronto como salí del convento de San Francisco Rey. Si la hubiese guardado hubiera vivido con el peso del pecado. Así me desprendí rápidamente de la culpa. Sólo me quedó el recuerdo del placer.
Acto seguido, volvió por ellos en silencio, les estrechó la mano y los conminó a fotografiarse juntos. Fue allí que Angel Clemente desenfundó su honor y le contó a Guy, así como estaban, de pie, lo que no había tenido manera de aclararle. Le confesó que buscaban trabajo en un medio periodístico y que esa nota podia ser importante para su desarrollo profesional pero que dada la característica de la charla no le parecía una buena idea ofrecerla.
Williams meneó la cabeza y sin disgustarse por la aclaración les comentó algunas otras alternativas de su vida personal y de su trayectoria profesional. Les regaló algunas otras anécdotas de El Zorro, como aquella en que en el capítulo “La misión secreta de García” los soldados cayeron dentro de un pozo con brea y al lavar los uniformes estos se encogieron tanto que al capítulo venidero a los actores no les entraban o como le cortó en varias ocasiones el teléfono al mismísimo Walt Disney cuando éste lo llamaba a su casa tras haberlo elegido para el hidalgo rol pensándose que se trataba de un impostor jugándole una broma; se refirió a su tarea en otras series emblemáticas como Bonanza y Perdidos en el espacio; les hizo alusión a su motivo de radicación en la Argentina, las mujeres, les habló de sus dos amores en Buenos Aires, y con proverbial simpatía desafió a Clemente a una última pregunta.
El oriental lo inquirió como un estómago resfríado.
-Digame, usted que sabe, ¿Walt Disney está congelado?
-Frío, frío, frío... Hagan como quieran colleghi, pero si van a sacar la entrevista mejorenmé y traten con respeto a la monjita.
Y se marchó con las manos en los bolsillos y la cabeza baja como si buscara reencontrarse en cada uno de los rincones de la ciudad sobre el asfalto mojado con esa pasión secreta llamada Maggie, según supone Angel Clemente después de haber descubierto ese nombre escrito con un escarbadientes en la borra del último café bebido por Guy Williams, El Zorro. O al menos eso es lo que recuerda cada vez que sale la luna.
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Años más tarde, promediando una mañana, Angel Clemente ya conocido en el medio como Rojitas, irrumpió a toda marcha en la editorial Copérnico justificando su apodo de la Saeta Oriental. El apuro tenía un sentido: quería chequear si como le pareció escuchar a lo lejos en la radio que llevaba encendida con volúmen bajo el chófer del colectivo, se había producido el deceso de Guy Williams.
Cotejó que el deceso se produjo aproximadamente entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 1989 pero su cadáver fue hallado recién el 7 del mismo mes cuando un vaho de olor pestilente alertó a sus vecinos que el querido actor había fenecido en la soledad más absoluta. Evitó fijar los ojos en la pantalla cuando el noticiero mostró el momento en que los efectivos de la policía luchaban con ese cuerpo inerte y carcomido que parecía oponerse a la exhibición pública. Entonces, de espaldas al televisor, mantuvo como hasta allí en secreto aquel encuentro que nunca publicó y con la foto que le había tomado Cleveland en la mano se comprometió a dejar cada 7 de mayo una flor en la puerta del edificio que Guy ocupaba en Ayacucho al 1964. Jamás cumplió esa promesa entendiendo, tal vez y tácitamente, que asumir ese homenaje sería darle el gusto a la muerte.
En aquel café de la calle Azcuénaga Guy Williams dejó en claro que la aborrecía. El fallecimiento de su amigo, Henry Calvin, su mejor y más tierno villano -conocido mundialmente como El Sargento García-, a manos de un cáncer que transformó al simpático gordinflón en un cruel esqueleto, fue el dato que le faltaba para retarla a duelo.
Corría con ventaja, el hombre que le dio vida al invencible personaje de El Zorro sabía que ese era un motivo más que suficiente para pasar a la inmortalidad.

 Su página www.danielroncoli.com.ar
Sus libros Editados :
 Instrucciones para embellecer el domingo,
 Resaca de Potrero,
Canilleras en el alma.
Colección de literatura infantil:
Pelota de papel.
 Siento/Ciento.
El Gran Martín.

martes, 16 de octubre de 2012

LA PLUMA ES MAS PODEROSA QUE LA ESPADA





Muchos adjetivos le cabrian a Abdon Romero , pero es principal seria , dibuja con las manos de Dios

Romero tiene en su haber otras obras de “gran aliento, como el mural del altar mayor de la iglesia San Juan Bosco, en Miami, así como otros murales dentro y fuera de Venezuela.
-Su especialidad en pintura de retrato le ha permitido tener una aproximación a figuras prominentes en la vida pública, profesional, artística y empresarial, como Guy Williams ,  el Papa Juan Pablo II, Oprah Winfrey, Andrés Galarraga, Marco Antonio Muñiz, Elvis Presley, Reny Ottolina, Rómulo Betancourt, Madonna, Irene Sáez, Walt Disney,  Michael Jordan, Julio Iglesias, monseñor Domingo Roa Pérez y el cardenal Jose Alí Lebrún, entre otros.
-Es miembro oficial de la Sociedad Americana de Retratistas y del Instituto del Retrato (Nueva York), así como de la Sociedad de Retratistas de América.
-Ha recibido numerosos premios y reconocimientos, como el de Caballero Comandante de la Venerable Orden de San Miguel Arcángel (Museo del  Salón de la Fama de la Policía, Miami).
-Entre sus alumnos notorios destacan Mario Colina, Emmanuel Luna, Ángel Ramiro Sánchez, Jesús Enmanuel Villarreal, Pablo Simunovic, Jesse Paz, Sofía Zuloaga y Francisco Verde.